Llena tu cabeza de rock en español

Foto: Se estrena en Netflix ‘Rompan Todo’ / Vía Netflix

Esta semana vi la miniserie documental de moda en Netflix, «Rompan Todo», sobre la historia del rock en español en América Latina. Esta serie ha sido bien valorada por muchos, pero también ha sido criticada por estar centrada principalmente en dos países, Argentina y México, y por ignorar la producción musical de otros como Colombia, Venezuela, Perú y, sobre todo, Brasil. Otra crítica ha surgido por la inclusión en este trabajo de artistas como Residente, Julieta Venegas, Maná y otros que, a juicio de los más puristas, no deben ser considerados como representantes del rock en español.

Si usted tiene menos de 40 años, es probable que no entienda el título de esta entrada pero es muy probable también que alguna vez haya escuchado canciones como «Devúelveme a mi chica», «El baile de los que sobran», «El extraño de pelo largo» o «En la ciudad de la furia». Todas ellas hacían parte de un compilado de dos volúmenes, patrocinado por Coca Cola, que tenía este nombre y que fue la iniciación de muchos de nosotros en el rock en español. Yo, particularmente, tuve los dos cassetes, esta fue mi entrada al rock en mi idioma y, debo reconocerlo, al rock en general, que nunca me había llamado la atención por mi deficiente inglés de colegio público de la época.

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En 1988 esta pasión se avivó cuando la alcaldía de Bogotá organizó el «Concierto de conciertos», tal vez la más ambiciosa actividad musical de nuestra historia, promovida desde la alcaldía de Bogotá por Andrés Pastrana (creo que es lo único bueno que ha hecho en su vida). Muchos niños como yo tuvimos que resignarnos con decepción a saber que nuestros ídolos estaban presentándose en la capital y que por nuestra edad no podríamos verlos. En el concierto se presentaron los artistas más populares del momento: Hombres G, Prisioneros, Miguel Mateos y Toreros muertos, entre otros. Todos estos personajes hacen parte también del documental con sus canciones y sus testimonios sobre el fenómeno y sobre el trabajo de sus colegas.

Algunos han criticado de «Rompan todo» el excesivo protagonismo del productor ejecutivo Gustavo Santaolalla. Aunque estoy de acuerdo en que se le va un poco la mano y que su visión está sesgada a los grupos que produjo, eso no le quita el gran mérito como documento histórico y el efecto colateral más que importante de visibilizar este movimiento que fue tan importante en los años 80s y 90s. Al margen de esto, es importante mencionar que Santaolalla no es tampoco un personaje secundario de esta historia porque, además de su gran importancia como compositor (ganador de dos premios Oscar consecutivos por Brokeback mountain y Babel), ha sido manager y productor de algunos de los grupos mexicanos y argentinos más importantes. Sí es cierto, de todas formas, que algunos grupos menores aparecen en la serie solo por haber estado bajo la tutela de Santaolalla.

Se cuestiona, igualmente, si sus personajes hacen parte del rock y yo considero que es una de las discusiones más intrascendentes porque, estrictamente hablando, el rock en español tiene más de otros géneros que del mismo rock y es allí donde reside justamente su poder. Entre «La negra Tomasa», «Vasos vacíos», «Persiana americana», «Bolero falaz», Matador» y «El baile de los que sobran» hay realmente pocas semejanzas, pero es rico que esta y otras canciones tomen la tradición anglo y añadan un toque propio y que constituye lo que llamaríamos una «identidad latinoamericana». La miniserie documental presenta un interesante recorrido por la historia del rock latinoamericano y lo asocia con el contexto socioeconómico y político, lo que constituye uno de sus mayores aciertos, pues el rock latinoamericano ha cumplido un importante papel en los movimientos juveniles para varias generaciones.

Visual y sonoramente, me parece una propuesta poderosa y entretenida y la investigación de fondo es realmente sólida. Se valora, por ejemplo, la búsqueda de los orígenes del movimiento y la mención de artistas como «Sandro de América», «Los Yetis» y Enrique Guzman que, aunque no lo creyéramos, fueron los pioneros al imitar el rock anglo y añadir su propio toque. Vi el documental con mi hija y nos divertimos mucho recordando grupos, conociendo a otros y pausando para cantar y conversar. ¿Omisiones? por supuesto y algunas muy importantes, pero prefiero valorar lo que apareció de lo que nos hubiera gustado que apareciera. Es indudable que el rock en América Latina ha estado marcado por el eje México-Argentina, aunque creo que los grupos españoles sí fueron trascendentales y me parece que su aporte fue también fundamental para el rock en español. Hay que reconocer también que aunque Brasil es potencia suramericana, sus bandas no tuvieron tanto impacto en nuestros países por el tema idiomático. Sobre el rock colombiano, creo que hay que reconocer que no es muy conocido más allá de las fronteras del país y que es importante recuperar su historia y el impacto que ha tenido que ha sido poco, como afirman algunos personajes colombianos en el documental. El día que escriban un documental sobre la cumbia, el reguetón o el vallenato, Colombia será protagonista, así estos géneros no nos gusten.

Cierro este comentario para mencionar un trabajo muy bonito que hicieron mis exalumnos de la Universidad de Medellín hace 13 años: rockeros, en donde se recoge la esencia de la escena local con una gran investigación. El proyecto fue dirigido por César A. Tadeo. A mí no se me olvida, desde que lo vi en su estreno, la frase de uno de sus protagonistas: «Los verdaderos rockstar colombianos son Diomedes Díaz y Octavio Mesa». Aquí lo pueden ver:

Documental rockeros. Director: César Ospina.
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