
Siempre es muy lamentable escribir una nota elogiosa para un amigo que ya no está. Esta mañana nos levantamos con la triste noticia de la desaparición prematura de mi querido Toto Vega; actor, director, gestor cultural y un hombre interesado por la cultura y sin pelos en la lengua para señalar lo que estaba mal en esta sociedad (sin pingadas, solía decir).
Toto Vega fue (que raro decirlo así) un actor comprometido con su oficio, estudioso y siempre dispuesto a aprender, con una humildad poco común en su medio que lo llevaba a expresar sus opiniones de forma franca y directa pero sin intención de pontificar sobre nada. Muchas veces me manifestó su interés en conocer distintos temas y me propuso iniciativas para sus proyectos personales a las que siempre dije que sí aunque mis tiempos no fueran suficientes. Toto era un actor que pensaba y reflexionaba, que cuestionaba (sin pingadas) lo que no estaba bien y que ponía el dedo en la llaga de las redes sociales y su superficialidad. Solía sentirse muy orgulloso de su origen campesino, de su pueblo Vélez (Santander), de saber bailar las danzas autóctonas y de su compromiso con la defensa del medio ambiente, misión de alto riesgo en Colombia. Su personalidad y posiciones políticas lo hicieron motivo de múltiples ataques a los que respondía siempre con respeto, pero vehemencia y valentía.
Conocí a Toto hace casi diez años por mi blog. Él y Nórida me manifestaron que leían lo que escribía en El Tiempo y les gustaba mi mirada tranquila y reflexiva, aun con temas que causaran gran controversía (esa misma mirada que me ha ocasionado señalamientos de tibio en tantas ocasiones). A partir de allí desarrollamos una bonita amistad que me permitió verme con ellos varias veces en su casa o en un café, pero, sobre todo, en distintos festivales de cine a los que acudíamos como invitados y en los que tomamos innumerables cafés o cervezas hablando de temas relacionados con el oficio.
Toto era también un aliado incondicional de mi canal Amigos del cine y no fueron pocas las veces que recomendó nuestros videos o nos mandó saludos por distintas ocasiones especiales pero, más allá de eso, siempre fue un cercano colaborador para cualquier iniciativa que se me ocurría o proyecto en el que yo estaba; como el casting de la película «Ríos de ceniza», para el que nos ayudó a promocionar y desarrollar la lógistica en Barichara. Por supuesto, yo también he sido (y seré) un gran defensor y promotor de Festiver. Hoy quiero recordarlo así, sonriente, enviando un saludo de año nuevo para los «Amigos del cine».
La muerte lo tomó (nos tomó) por sorpresa justo al final de la clausura de una nueva edición de su gran proyecto de vida, Festiver, ese hijo académico y cultural que creó junto a Nórida Rodríguez, el gran amor de su vida y a sus dos hijos Julián Vega y Juliana Paniagua, quienes también trabajaban con ellos en ese festival, que respiraba amor familiar. Muchos nos enamoramos de Festiver desde el inicio y yo he participado varias veces como tallerista, conferencista, jurado y panelista en las versiones presenciales y online, porque este gran proyecto también resistió con berraquera la pandemia, a pesar de que hacer cada versión era toda una odisea de este equipo de titanes.
Hace un par de semanas hablé con Toto. Me había invitado a Festiver 2022 y quiso la suerte que esta vez tuviera que decirle (por primera vez) que no a una de sus invitaciones, por un compromiso previamente adquirido con el doctorado en comunicación de la Universidad del Norte (Barranquilla). Toto me pidió, como siempre lo hacía, ayuda para promocionar el festival entre mis contactos y me reiteró su invitación para volverme parte del equipo. Quiso la vida que no estuviera allí, en Barichara, con tantos amigos queridos que siempre coincidían en ese espacio y algunos de los cuáles se hicieron mis amigos a partir del festival. Para todos ellos un gran abrazo y mi hondo sentido pésame. Estoy seguro de que en todo Barichara debe reinar hoy un profundo sentimiento de orfandad. Hoy muchos estamos de duelo por el amigo que se fue, por el festival que queda huérfano y por nuestra querida Nórida que ve partir a su gran amor.
Nos quedaron pendientes varios cafés y un par de proyectos que estábamos dispuestos a empezar muy pronto: desde las cápsulas verdes de Amigos del cine para Festiver hasta un proyecto más grande de sostenibilidad en los rodajes. Desde aquí me comprometo a impulsar ambos como homenaje a su memoria.
Vuela alto, querido amigo, hay personas que pasan por esta vida sin dejar ninguna huella. No es tu caso. Muchas películas, series de televisión, proyectos e iniciativas culturales tienen impreso tu nombre pero, lo más importante, en tu viaje sembraste muchos árboles y muchos amigos en este mundo. Descansa en paz.
