El cine está en crisis, es verdad, pero esta frase ha sido pronunciada tantas veces en la historia, que ya no tiene el mismo efecto. Desde el origen de este arte, en 1895, pocos creían en su futuro y hasta Antoine Lumiere, el padre de sus creadores, declaraba que «ésta es una curiosidad científica que no tendrá futuro». 115 años después sabemos cuan equivocado estaba.
Después llegó la televisión y todos pensaron que la gran pantalla sería desplazada por la chica y que nadie querría ir a cine teniendo un «cine en casa». Después aparecieron el betamax, la televisión por cable, el Internet y otros hitos tecnológicos más que sentenciaron al cine a muerte; pero este eterno moribundo es más fuerte de lo que parece.
En los últimos años ha disminuido el número de espectadores en las salas de todo el mundo y fenómenos como la piratería han llegado realmente a afectar la venta de boletas. La industria ha buscado métodos sencillos para traer al esquivo público de regreso como la creación de historias fáciles para el gran público, el reencauche de películas de otras décadas, la adaptación de best sellers de la literatura y la recreación en el cine de personajes provenientes de las series de televisión y los comics, pero estas tácticas no han sido suficientes.
La última gran estrategia ha sido el 3D. Esta gran invención no es un asunto nuevo, por supuesto, si no el reencauche de un viejo truco venido a menos en los ochenta y que le ha permitido al cine un nuevo aire. Se trata de un juego óptico mediante el cual dos cámaras filman simultáneamente una imagen que al ser proyectada da la ilusión de tridimensionalidad. El efecto ha sido perfeccionado y películas como «Avatar» o «Alicia en el país de las maravillas» son la prueba del gran impacto que ha tenido en el público. El 3D ha sido la punta de la lanza para combatir la piratería y la descarga ilegal de películas, pero ésta tampoco será una solución definitiva.
El 2010 para el cine es como un 25 de diciembre después de la nochebuena y el efecto de 3D es el nuevo juguete que se usa hasta el cansancio. ¿Será que el encantamiento con el efecto durará lo suficiente como para salvar a la industria de pérdidas cada vez más millonarias?
El uso y abuso de los efectos especiales en el cine es frecuente y hoy la mayor parte de las películas premiadas en Hollywood tienen a la tecnología como uno de sus pilares fundamentales. Esto no estaría mal si las historias mantuvieran su importancia, pero lastimosamente no es así. Cada vez vemos más películas hechas para los efectos que efectos hechos para las películas y más actores al servicio de la cámara que a la inversa, como debería ser.
Hoy el público está feliz con los efectos pero mañana pedirá más y el 3D no será suficiente para deslumbrarlo. Ese día la industria tal vez entenderá que a todos nos gusta que nos cuenten historias y que lo hagan de la mejor manera. Tal vez ese día el cine recuperará la magia, que no está en los efectos digitales si no en las historias que hacen al mundo más pequeño y nos ayudan a entender mejor nuestra propia vida.