Hay muchos que conocen a La Habana desde el exotismo de la vida anacrónica detenida en los años 50, desde el turismo de playas hermosas o, en el peor de los casos, el de quien la ve como una isla que puede ofrecer toda clase de vicios fáciles y baratos (tal como fue tratada por USA por muchos años).
Quienes tuvimos la oportunidad de vivirla (y padecerla) como estudiantes, tenemos la fortuna de ver esta pequeña isla con otros ojos y de aproximarnos al entendimiento (nunca la entenderemos bien) con cariño y admiración, nunca compasión (a pesar de todos sus males).
Yo viví durante tres meses cubanos (equivalentes a unos 3 años occidentales) en el monasterio del cine, la EICTV de San Antonio de los Baños, una de las mejores y más fuertes experiencias de mi vida y por eso guardo especial agradecimiento por este bello y sui generis país. Hace un par de meses fui invitado a escribir un capítulo de un libro que saldrá en México sobre documental y escogí a propósito el trabajo «Habana: arte nuevo de hacer ruinas» de los cineastas alemanes Florian Borchmeyer y Matthias Hentschler por obvias razones profesionales y afectivas.
Todo el trabajo está en youtube, comparto con ustedes la primera parte de esta bella película para que se animen a verla completa. Me gustaría, además, conocer sus impresiones que me pueden ayudar en mi trabajo de escritura del capítulo.