En el pasado festival de cine de Cartagena asistí con grandes expectativas al lanzamiento de una nueva película colombiana. Al entrar al Centro de Convenciones para buscar un buen puesto me encontré con la sonrisa casi tímida de Andrés Burgos, un excompañero de la Universidad y que, para mas señas, era el director de la película en mención, basada también en su última novela. Después de hablar un rato, Andrés me agradeció por estar en el estreno de su película y salió a presentarla al público. Desde que estaba en la Universidad, Andrés Burgos inició con la realización audiovisual dirigiendo cortometrajes como Gajes del Oficio y con la escritura como novelista y guionista. Su carrera ha sido constante y su estilo coherente.
La respuesta de los asistentes al festival ante la cinta fue realmente positiva. Además de los típicos comentarios altisonantes de los críticos, noté una sonrisa en los labios de la mayoría de los espectadores. Sofía y el Terco es una película para sonreir, no para generar una gran carcajada ni para salir del teatro a contarle los chistes a todo el mundo. Esta película colombiana rinde un bello homenaje a las mujeres, pero no a las destacadas en algún campo de la vida nacional, no, a aquellas que todos los días construyen este país desde su hogar, aportando su sabiduría y hermosa compañía a su familia y amigos.
Ésta es tal vez la película con el humor más blanco que he conocido en el cine colombiano, acostumbrado a risotadas estridentes, chistes de doble sentido y algunos francamente de mal gusto. Quien conoce a Burgos personalmente o a través de alguna de las redes sociales (@pelucavieja) reconoce en esta obra su estilo de hacer humor que pudimos ver en la serie de televisión Hasta que la plata nos separe y en sus anteriores novelas (Manual de Pelea y Nunca en cines- realizada en honor de Camilo Uribe, un compañero nuestro y en la que sospecho que tengo un cameo- el que prestó la cámara para hacer un corto jaja). Con esta película logra, además, el sueño de muchos cinéfilos: Dirigir a una gran actriz como Carmen Maura, talentosa y monumental en su papel, que nos entrega un personaje entrañable que inevitablemente nos hará recordar a mamás, tias y abuelas de esas que todos tenemos y amamos.
La película que Burgos nos trae viene sin aspavientos ni pretensiones, es una historia sencilla, sin subtramas ni giros sorprendentes de la historia, la vida cotidiana vista desde la óptica de una mujer campesina tan humilde como soñadora. Gustavo Angarita nos regala igualmente otro personaje que hace un buen contrapeso, un hombre tierno escondido en el cuerpo de un recio tendero, que acepta con resignación los sueños casi absurdos de su esposa.
Del elenco la única que tal vez no funciona mucho es Constanza Duque, quien no acaba de convencer ni con su edad, ni con su química en escena con Maura. En mi concepto, aunque tiene buenos momentos, su personaje parece sacado de otra película.
Sofía y el terco es una historia de La Otra Colombia (aquella de la que hablé aquí), la Colombia campesina, la de la gente humilde, la que vive la rutina del día a día y disfruta de las cosas sencillas de la vida. Quienes siempre se quejan de la mala imagen de Colombia en el exterior deben ver esta película, cuya belleza estriba en la sencillez de su guión, la honestidad de sus personajes y la terquedad de Burgos, quien seguramente hizo suyo el slogan de su ópera prima: «La rutina te espera todos los días, los sueños no».