Hay profesiones tan interesantes o emocionantes que son casi cinematográficas. Las pantallas de cine y televisión han estado tradicionalmente llenas de abogados, artistas, médicos y policías y, en los últimos años, investigadores forenses y psíquicos. Los profesores siempre hemos sido representados en películas que abordan específicamente temas de educación y en muchas ocasiones son los alumnos los que tienen la voz protagónica. Entre los profesores, sin embargo, los entrenadores de deportes, los de música y literatura suelen ser los más populares y por eso armar una serie sobre un profesor de filosofía en donde, además, las clases son parte fundamental del contenido de la trama de cada capítulo, es un riesgo casi suicida.
Hace algún tiempo, Netflix adquirió los derechos para alojar en su portal la serie catalana Merlí, emitida originalmente por TV3 para Cataluña y, posteriormente, por Atresmedia para el territorio español. Además del gran éxito de La casa de papel (la serie en lengua no inglesa más vista de la plataforma) y de otros proyectos como Vis a vis, Las chicas del cable y El ministerio del tiempo; esta producción viene a confirmar el buen momento por el que pasan las series de televisión españolas.
Merlí cuenta la historia de un carismático y complicado profesor, Merlí Bergeron, que asume las clases y tutorías de un grupo de estudiantes de último año de bachillerato en un colegio público de Barcelona. Sus métodos y personalidad lo ponen permanentemente en el centro de la polémica y sus actuaciones frecuentemente cruzan el umbral de lo permitido y lo ético, pero es redimido por su capacidad para interesar y acercarse a sus alumnos como maestro y tutor, asumiendo en ocasiones un rol casi paternal. A diferencia de otras series sobre maestros, Merlí no se preocupa por idealizar a su protagonista y, por el contrario, construye un personaje que se parece más al Dr. House que al profesor Keating de La sociedad de los poetas muertos, aunque su legado podría acercarlo más al inolvidable personaje interpretado por el desaparecido Robin Williams.
Uno de los grandes aciertos de la serie es la construcción de personajes muy humanos, con defectos y virtudes sobresalientes que, a lo largo de las tres temporadas, son explorados a profundidad y sirven de motor para una historia que se atreve a tratar temas aun tabús en nuestra sociedad como la homosexualidad, el respeto por la diversidad, el sucidio, la drogadicción, la maternidad adolescente, el narcotráfico y el bullying, desde un punto de vista original e interesante: El filosófico.
Quizás muchos espectadores que no hayan visto la serie podrían desanimarse al pensar en clases magistrales llenas de datos y fechas sobre pensadores que, en su mayoría, vivieron hace siglos, pero el sólido guión de Merlí es la demostración de que se pueden tratar temas importantes sin abandonar el entretenimiento. En cada episodio se presentan las ideas de un filósofo que guía también la trama de la historia y el espíritu de la construcción narrativa y aprendemos (o repasamos) los grandes pensadores de la historia mientras entendemos sus conceptos a través de la historia que se cuenta.
Al final de cada capítulo queda la agradable sensación de que aprendimos algo y tenemos algo nuevo en que pensar. No obstante la serie no pretende impartir una lección de moral y sorprende por su tratamiento crudo de los temas con una irreverencia que puede acercarla mucho al público joven (adolescente).
La caracterización de los jóvenes estudiantes huye del cliché, aunque sí aparecen roles claramente definidos que permiten que el público pueda identificarse con algunos y repeler otros. El desarrollo de la historia, sin embargo, les da la segunda oportunidad para que alcancemos a conocerlos y entender, aunque no siempre compartamos, su proceder. Las actuaciones son notables, tanto en los jóvenes como en los adultos, pero merece una mención especial la interpretación de Francesc Orella, quien llegó por accidente al personaje de Merlí (había audicionado para Eugeni) y que logra consolidarse como un profesor entrañable, de esos a los que amamos u odiamos con pasión pero nunca olvidaremos.
En el siguiente video podemos ver una muestra del estilo del irreverente director, cuestionando al sistema educativo:
Aunque tal vez se concentra mucho (sobre todo en las últimas temporadas) en las relaciones amorosas y los encuentros sexuales entre los personajes, no pierde el foco en la condición humana usando las ideas de los pensadores de la historia para poner de nuevo sobre la mesa las grandes preguntas que desde siempre han obsesionado a la humanidad.
En nuestro paso por el colegio, la filosofía (lamentablemente) era vista como una asignatura menor (para muchos, un relleno) y pocos profesores lograron realmente entusiasmar a los estudiantes como Merlí a sus alumnos (los peripatéticos). Esta serie catalana nos da una segunda oportunidad para sentarnos de nuevo en el pupitre y participar en la clase de un profesor que nos inspira y nos hace las preguntas adecuadas.
«Que las cosas sean de una manera no quiere decir que no es posible cambiarlas»