
Primero que todo debo aclarar que Scorsese es uno de mis directores favoritos y que películas como Taxi driver, Casino, Goodfellas, El toro salvaje y Hugo están entre mis favoritas de todos los tiempos. Su más reciente película, The Irishman fue estrenada simultáneamente en la plataforma Netflix y algunas, muy pocas, salas de cine. Sin haberse estrenado, ya la película participaba de un par de polémicas importantes: la de Netflix vs los exhibidores tradicionales (que no quisieron exhibirla masivamente) y la de Scorsese vs Marvel y las películas de superhéroes.
La duración de la película, alrededor de 210 minutos, es otra de las características que se ha discutido ampliamente. Para muchos, se trata de una duración excesiva para una película contemporánea y más cercana a clásicos épicos como Los diez mandamientos (220 minutos), Lawrence de Arabia (228) o Lo que el viento se llevó (240). En el caso de los clásicos mencionados, las películas se veían en pantalla gigante y con un intermedio en la mitad para comer o ir al baño y Scorsese ha recomendado ver la suya en cine en una sola sentada o, en su defecto, en un buen televisor (el autor ha pedido que no se vea en celulares ni, como ha sugerido Alexander Dunefords, como si fuera una serie por entregas). Poner la serie en Netflix le da a los espectadores todas las opciones posibles para visualizarla, más allá de los deseos del director. Yo la vi en Netflix, de una sola sentada y en un buen televisor. Ojalá pudiera haberla visto en cine, pero no fue posible.
Sin duda, es un placer volver a ver el Scorsese más clásico, el que amamos por películas como Casino y Goodfellas y mucho más con la pareja mítica de De Niro- Pesci y otros actores emblemáticos de la filmografía de gangsters italo-americano como Harvey Keitel y Al Pacino (con el que, curiosamente, nunca había trabajado).
A pesar de su larguísima duración, la película tiene, en general, un buen ritmo. Sin embargo, hay momentos en los que la cadencia no es contemplativa, sino lenta sin necesidad, y hay muchas acciones que podrían haberse obviado para hacer una historia más corta y efectiva. El montaje de las escenas es sobresaliente, pero a la historia completa le falta tijera.
La fotografía es impecable y constituye un buen reflejo de las épocas y de la estética del cine de gangsters y la dirección de arte es precisa, contundente y, por momentos, grandilocuente. El guion funciona, pero se permite dejar cabos sueltos y algunas subtramas sin desarrollar correctamente, algo imperdonable para una película tan larga. Los guiños a la historia de Estados Unidos son interesantes, aunque no acaben de encajar muy bien con la historia de la película, pero es importante hacer énfasis en que la subtrama de Jimmy Hoffa tiene mucho más sentido y emoción para el pueblo norteamericano que ha crecido con el misterio de su desaparición, con guiños frecuentes en su cultura popular. Scorsese lo usa para «reescribir la historia» (un caso similar al de la subtrama de Sharon Tate en Había una vez en Hollywood de Tarantino).
La pareja de protagonistas, como siempre, brillante, y es un buen giro encontrar a Pesci como «el don» y a De Niro como su secuaz, a Pesci como el calmado y a De Niro como el impulsivo, cuando casi siempre ha sido al revés.
Por supuesto, The irishman está lejos de los clásicos anteriormente mencionados y no la pondría entre las mejores de Scorsese, pero también está lejos de la lentitud y contemplación de Silencio (aclarando que me gusta la película). En lo personal, la disfruté por los guiños a otros films, algunas grandiosas escenas y hasta la autoreferencialidad a otras películas y otros personajes de gangsters (Los diálogos de Pacino como Tony Montana, los gestos de Capone y Corleone en De Niro, los guiños a los crímenes de El padrino, los diálogos entre De Niro y Pesci, las apariciones de Keitel, entre otros).
The Irishman es un ritual de despedida a una época, un estilo y un elenco particular. Una película llena de nostalgia para los amantes del cine de gangsters (entre los que me incluyo) con algunas buenas notas que recuerdan a títulos como El padrino, Scarface, Los intocables y Goodfellas, aunque no tengan su brillantez. Los actores ya no tienen la vitalidad de otros tiempos y eso se siente en los momentos de acción, pero siguen manteniendo su enorme presencia escénica y el respeto y afecto del público. The Irishman podría ser, parodiando una de las polémicas del año, el cierre para el SGCU (Scorsese’s Gangs Cinematic Universe).
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