Crítica de La candidata Perfecta de Haifaa Al- Mansour

No sé si el tema de la discriminación a la mujer como práctica cultural sistemática sea realmente recurrente en el cine del medio oriente (o sobre el medio oriente) pero es claro que la gran mayoría de las películas que podemos ver se relacionan con esta temática. Aunque desde nuestra mirada occidental quizás podemos juzgar apresuradamente, es realmente difícil sentir empatía cultural por prácticas como la ablación, la supresión de los derechos, el matrimonio infantil y otras aberraciones que llevan a las mujeres a vivir un panorama completamente injusto y agobiante.
Películas como El círculo (Jafar Panahi, 2000), La piedra paciente (Atiq Ramini, 2013), Flor del desierto (Sherry Horman, 2009), La bella y los perros (Kaouther Ben Hania, 2017) y Papicha (Mounia Meddour, 2019) han retratado las múltiples caras de la discriminación contra la mujer en el mundo árabe, que pasa por la supresión de las libertades y llega a su mutilación o asesinato por ir contra lo establecido. En el conjunto de películas que nos permiten entender esta difícil problemática, resalta un título fundamental: Wadija, traducida en Colombia como La bicicleta verde, una hermosa película escrita y dirigida por la cineasta árabe Haifaa Al-Mansour que presenta la historia de una niña que desea montar tranquilamente en su bicicleta, acto cotidiano para cualquier niña en el mundo, pero que desencadena un gran drama que evidencia las limitaciones de las niñas en el mundo árabe en un país que, como Arabia Saudita, es de los que más restricciones ponen a las mujeres por motivos culturales y religiosos. Esta película resalta del conjunto del cine de esta temática por varias razones y una de ellas es por enfocarse en la dignidad y tenacidad de la protagonista y por trascender una mirada que puede llegar a ser lastimera y de simple compasión y, además, es el primer largometraje rodado íntegramente en Arabia Saudita y dirigido por una mujer y el único de este país en ser nominado al Óscar en lengua extranjera.
Su directora, Haifaa Al-Mansour, creció en un país sin salas de cine y con grandes restricciones a la cultura pero ha sabido hacer una sólida carrera cinematográfica que incluye también la producción internacional Mary Shelley, protagonizada por Elle Faning, sobre la famosa escritora de la historia de Frankestein.
En esta misma línea se encuentra su más reciente largometraje, La candidata perfecta, de reciente estreno en el país, en donde se presenta la historia de una médica que, cansada de la incompetencia de los políticos de su comunidad, decide lanzarse a la escena política impulsada por el deseo de pavimentar la vía que llega al hospital público en el que trabaja. La protagonista debe lidiar en su cotidianidad con la burocracia que no la deja tomar decisiones sin autorización escrita de su padre (tutor legal), con el desprecio de sus pacientes hombres que sienten como una afrenta ser atendidos por una mujer y con la anulación que le supone tener que mantener su rostro oculto permanentemente por un Nikab (manto que solo deja ver sus ojos) cuando está en presencia de hombres.

Sobre el proceso de creación del personaje, la directora afirma que: «Quería crear un personaje que fuera muy representativo de la mentalidad dominante de las mujeres saudíes. Se cubre la cara y sigue las normas culturales de la sociedad, pero termina superando los límites porque quiere hacer bien su trabajo. Las restricciones que le impiden realizar su trabajo de la manera que mejor beneficiaría a la sociedad la frustran y la obligan a pensar fuera de la caja. Ella no es una rebelde por el bien de la rebelión, es alguien que sabe que su trabajo puede hacer del país un lugar inmejorable y simplemente quiere eliminar las barreras que le impiden cumplir con su misión».
Al igual que su protagonista, la directora ha vivido en carne propia las limitaciones impuestas por los hombres en su cultura pero también ha sido disruptora y ha logrado cambios significativos como lograr que la película se estrenen en su ciudad natal. Al respecto, afirmó: «Nunca soñé que abrirían salas de cine en Arabia Saudita en mi vida, así que es realmente un sueño hecho realidad. Cuando abrieron el primer teatro en la Provincia del Este, donde crecí, el teatro colocó un enorme cartel con mi foto. Mi familia estaba enviando la foto y fue un momento increíblemente emotivo para mí. Ser celebrado públicamente en casa, como artista y como mujer, es algo que todavía me cuesta creer que sea real».
El paralelismo entre personaje y directora, sin ser autobiográfico, nos muestra una joven médica en su cotidianidad comportándose como cualquier mujer de su edad, con ropas occidentales, un buen sentido del humor y de la amistad. Allí, la película evade la distancia que suele tomarse frente al mundo íntimo de la mujer árabe para develar sus momentos cotidianos sin caer en el lamento ni en la victimización. En los espacios públicos y ante la presencia de los hombres, el personaje emerge con energía y determinación, a pesar de lo que su indumentaria podría sugerir logrando un muy bien logrado arco dramático en el que logra su autoliberación por medio de pequeños actos de rebeldía que propician una gran revolución personal que podría inspirar cambios más significativos.
La película es cauta al proponer profundas reformas estructurales en el mundo árabe, pero sí sugiere un cambio de mirada, un levantamiento de la voz, un vistazo a la mujer profesional que aporta y puede generar transformaciones en la sociedad si es tenida en cuenta, tal como lo plantea su directora cuando afirma que: «Creo firmemente que esta es la forma en que el verdadero cambio llega a una sociedad, a través de personas trabajadoras que simplemente quieren poder alcanzar su máximo potencia».
La candidata perfecta es una película agradable en su narración y su puesta en escena representa claramente las situaciones sin caer en el excesivo dramatismo, presentando algunos momentos de humor y giros dramáticos que no permiten que caiga en el patetismo ni en la contemplación lacrimógena del problema. Se trata de una experiencia quenos invita a acompañar a la protagonista en la búsqueda de su propia voz para exigir a quienes históricamente las han callado que, por fin, las escuchen con respeto.