Navegando entre fantasmas

Crítica de «Tantas Almas» de Nicolás Rincón Gille

Crítica de la película Tantas almas - Cultura - ELTIEMPO.COM
Tantas Almas (Nicolás Rincón Gille, 2021)

Un hombre avanza lentamente en su canoa por un río aparentemente tranquilo. Está solo y su recorrido solo es acompañado por el chirrido de las chicharras. Es un pescador, pero no está buscando alimento; es un padre que ya no tiene hijos, es un hombre que ya no tiene un lugar. Esta imagen poética y dolorosa que acompaña buena parte de Tantas Almas, el nuevo largometraje de Nicolás Rincón Gille es un ejemplo claro de la propuesta narrativa de la película, su primera de ficción, en donde asistimos al recorrido de un hombre que busca río abajo a sus dos hijos asesinados y desaparecidos por paramilitares.

¿Cómo hacer una película bella en medio de tanto dolor? su director ya nos había mostrado su gran maestría para tratar los dolorosos temas de la violencia ejercida por el Estado (Noche herida, 2015), los actores armados ilegales (Los abrazos del río, 2010) y hasta la misma familia (En lo escondido, 2007) en su trilogía denominada Campo hablado. Su mirada de documentalista siempre evidenció su gran capacidad para conectarse con los personajes y contar sus historias de forma íntima y compasiva, sin caer en el amarillismo ni la complacencia fácil con el público. De allí que asistir a su primera película de ficción es una maravillosa sorpresa, pues logra combinar los personajes bien estructurados y verosímiles con su mirada rigurosa de documentalista.

Tantas Almas es una (otra) radiografía de la violencia en Colombia, contada desde la óptica de las víctimas. Esto, que podría decirse de tantas películas colombianas, termina siendo literal durante buena parte de la película, cuando asistimos a hechos violentos desde lejos, desde la óptica de José, el protagonista de la película, quien presencia con horror lo que ocurre desde su canoa procurando pasar inadvertido: Los campesinos que son montados en un camión antes de llevarlos a una muerte segura, las fiestas de los paramilitares con asustadas y obligadas mujeres y la vida en los campamentos armados son vistos desde el río en movimiento, de lejitos, lo que nos obliga a tener una visión focalizada, en primera persona, de una de las muchas víctimas de la violencia.

La película podría situarse a medio camino entre la aventura, la Road Movie y el terror psicológico, separándose claramente de estos géneros en la medida en que es una película de carretera en donde el río es el hilo conductor, el terror psicológico es tan real que muchos colombianos lo hemos experimentado y la aventura no conduce a una recompensa que mejorará la vida del protagonista y su comunidad, sino simplemente el hallazgo de un poco de sosiego para un hombre que lo ha perdido todo.

Seguramente, para muchos extranjeros el río tiene una connotación distinta que para los colombianos. Históricamente, los ríos más importantes del país han sido canales de comunicación y subsistencia; pero también la forma más efectiva de deshacerse de los cadáveres, que en momentos históricos como el que retrata la película se cuentan por miles. De allí que algunas películas colombianas hayan abordado antes este tema tan doloroso de forma contundente: desde Río de las tumbas (Luzardo, 1965) hasta El silencio del río (Triviño, 2019) nos han contado cómo los ríos colombianos se han teñido de sangre y han privado a muchos compatriotas de hacer el duelo de sus seres queridos como corresponde. De forma cruda y realista, Tantas Almas representa la prohibición de los paramilitares, en uno de sus momentos más fuertes, de sacar los muertos del río, para no permitirles ni la más mínima dignidad y privar a las víctimas de la verdad, que es lo mínimo que merecen.

Tantas almas nos recuerda lo obvio: que aun en un país recrudecido por la violencia, cada cuerpo tiene su alma, su familia, su historia y sus dolientes; que a pesar de que narcotraficantes, paramilitares, guerrilleros y hasta las fuerzas del Estado quieran deshumanizar sus víctimas al llamarlos «muñecos», «cuerpos» o «positivos». Don José, el pescador protagonista de la película, es un ser desarraigado que solo pertenece al río pero que, poco a poco, va siendo despojado de lo poco que tiene. Es alguien que, como muchos colombianos, no es de ningún lado y es expulsado de todos. La película nos muestra su travesía de dolor en la que pone en juego su vida para recuperar los cadáveres de sus hijos pero su final nos invita a pensar que pasa después de que se ha perdido todo.

Al abandonar forzadamente el río, don José descubre el pueblo dominado por paramilitares, en donde la música y las fiestas no representan ya la alegría y la política es la formalización del poder ilimitado de las armas. Más allá de lo que se ve, sin embargo, aparece con fuerza la imaginería popular, la devoción religiosa y una cierta mirada mística que es compartida por víctimas y victimarios y usada como un amuleto de protección o como una licencia para llevar a cabo toda clase de fechorías. No es gratuito, por tanto, que los escapularios estén colgados en el cuello de don José como en el de cada uno de los victimarios que aparecen en la historia.

Tantas Almas de Nicolás Rincón Gille (2019) - UniFrance

Rincón Gille elige un elenco conformado por no actores y actores profesionales que funciona bastante bien para dar equilibrio dramático sin perder la fuerza de quienes cuentan su propia historia. El trabajo de dirección de actores permite que el protagonista, un pescador en su vida real, luzca convincente y conmovedor en los distintos momentos de la historia y que los paramilitares principales (interpretados por actores profesionales) logren generar algunos de los momentos más impactantes de la película. Los actores logran generar atmósfera y son el motor de algunos de los momentos más impactantes, pero solo un pescador como don José puede moverse en su canoa y en el río con tanta soltura.

Tal vez la escena más fuerte de todo el film sea la del jefe paramilitar viendo la victoria de Santiago Botero en una vuelta ciclística mientras juega psicológicamente con don José. La fuerza del villano contrasta con la vulnerabilidad de la víctima en un cuadro de terror que nos lleva a sentir una pequeña dosis de lo que viven muchos compatriotas en su cotidianidad. El fuera de campo y, de nuevo, la focalización del conflicto en la piel del protagonista llevan la tensión al límite.

El cine colombiano reciente ha sido rico en recrear el conflicto armado y algunos de sus más álgidos momentos con gran rigor y maestría, pero pocas películas como Tantas Almas logran equilibrar la contundencia de la narración, la exuberancia de los paisajes y la forma como son fotografiados y el trasfondo político y social de una historia de ficción con un fuerte arraigo al terror de la vida real que muchos compatriotas han sufrido.

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